sábado, 16 de marzo de 2013


Bill y el bocadillo de jamón.

Esta tarde-noche he quedado con Bill, un taxista de mi barrio que estuvo 15 años enseñando inglés y decidió tomarse un respiro conduciendo un taxi o eso me ha contado a mí. Lo conocí un día que llegaba tarde al trabajo y necesité un taxi, él pasaba y yo iba corriendo y desesperada. Justo cuando entré al taxi empezó a llover a cántaros; luvia, lluvia y más lluvia… para morirse y yo ¡sin paraguas! 
Total que Bill me cobró menos, me regaló un paraguas que llevaba en el maletero y me dio su móvil por si necesitaba coger un taxi algún otro día.

Desde ese día cada vez que necesito uno, claro está, le llamo y tengo mi buen rato de charla, me corrige el inglés y me llevo un descuento de un par de libras. Bill es de raza india nacido en Inglaterra y su vehículo es pequeño por delante pero cuando lo ves por detrás parece una furgoneta. Pues bien, hoy hemos quedado para que me enseñe unos sitios web dónde puedo seguir aprendiendo inglés por mi cuenta.

En fin,al principio no sabía que pedirme pero me he animado a tomar una Ginger beer que es una cerveza de gengibre pero sin cerveza, es decir como una gaseosa muy dulce y picante, alcohol free. Además del tema central de cómo mejorar en inglés online me ha explicado cómo decir en inglés “me meo de la risa” en tres formas; una educada, otra sucia y otra neutral. Todo esto ha salido a relucir cuando le he contado mi gran descubrimiento que es también el lugar mental en el que me refugio cuando me agobio con el idioma.


Este espacio en mi imaginación es cuando miro a mi alrededor y me parece que están todos haciendo un teatro, me refiero a los ingleses o de habla inglesa y me parece que en realidad todo el mundo sabe hablar español pero lo oculta y sólo cuando llegan a su casa es cuando se sacan la patata de la boca y dicen: “ Juan (o María) prepárame un bocadillo de jamón” y se comen un pedazo de bocadillo de jamón con ansia. Aunque unos Juanes y otras Marías contestan, “prepáratelo tú con el papo” ó “ y para acompañar unas papas a lo pobre”.


Nos hemos reído un montón Bill y yo pero sobretodo yo, que me hacía falta. Me ha enseñado su ciudad en su iphone y yo le he enseñao la mía.


Hemos pasado un buen rato entre unas cosas y otras, en general todo el rato ha sido bueno menos cuando me ha ofrecido llevarme al puente colgante de Bristol que dice que por la noche tiene unas vistas estupendas. En ese momento me he sentido algo tensa y he rechazado la oferta diciendo que tenía mucho que hacer en casa aún. He pensado qué hacer si resulta que lo que quiere es tirarme los tejos y a la vez he pensado sobre mí misma que era demasiado ingenua por siquiera tener esa duda. ¡Claro que quiere tirarme los tejos! Lo que pasa es que a mí no me gusta Bill, lo único que ocurre es que quiero tener amigos y no tengo aún aquí mi red social, ni donetes.

Bien temprano hemos dicho de marcharnos y le he acompañado al taxi y me ha dejado en mi casa. Sí, soy confiada. Y cuando nos hemos despedido le he deseado que le aproveche el bocadillo de jamón al llegar a su casa. Nos hemos reído muchísimo otra vez y ha sido una despedida divertida.

La cosa es que yo ahora estoy en mi casa sin puente colgante ni vistas de Bristol,  sin amigo, sin jamón, sin bocadillo ni nada mientras todos los ingleses; taxistas y no taxistas ya han llegado a sus casas y pueden disfrutar por fin de hablar su auténtico idioma al final del día, el español mientras se ponen tibios de jamón, pan y cualquier tapilla más que encarte.